Alejandro Solalinde

Las y los migrantes son hoy en día, los más pobres entre los pobres, porque no tienen nada, ni siquiera la seguridad de su propia vida: dejaron todo, nada llevan y nadie los espera en su mítico destino. Son, únicamente, un factor regulatorio y equilibrante en la dinámica esquizofrénica capitalista promotora del mercado, el dinero, el consumismo.

El holocausto migrante, como efecto de la estructura económica global, impacta al resto de los sistemas humanos al estar todos interconectados. Afecta incluso al 1% de los más pudientes, de los magnates. Los efectos del genocidio migrante terminarán por estallar tarde o temprano contra aquellos que los agreden, explotan, oprimen y lucran ilícitamente. Toda persona que agrede y destruye sistemáticamente a un semejante no ha comprendido que todos y todas somos una sola familia humana, una gran familia global.

Con la participación de las mujeres y de los jóvenes, hoy la Iglesia sería vigorosa, rica, no se nos hubiera ido nadie y tendríamos la oportunidad de poder construir una verdadera Iglesia entre todas y todos. No por otra cosa la feligresía y los seminarios han disminuido considerablemente.

Trabajar con los migrantes sacó a flote a un Alejandro que ni él mismo sabía que existía, pues ha sido capaz de realizar cosas que nunca hubiera imaginado. Entre ellas: enfrentar a caciques, a narcotraficantes y a funcionarios corruptos, de quienes ha recibido en distintas ocasiones amenazas de muerte.

“Interpusimos cientos de denuncias pero nunca prosperaron. Lo común era que trataran de convencernos de desistir, se nos obstaculizaban todos los caminos, se nos impedía todo, se burlaban de nosotros en nuestra propia cara, se nos ignoraba, se nos demostraba cómo las fuerzas contra las que pretendíamos luchar estaban coludidas y eran más fuertes que nosotros.”

Todavía el PRD no había traicionado a la izquierda y yo me puse en las manos de mujeres. Todas ellas inteligentísimas, prácticas, creativas, abusadas, a quienes la mano de Dios iluminó para que propusieran cosas acertadas. Hice al pie de la letra todo lo que ellas me indicaron. Realmente debo reconocer que me manipularon y yo me dejé manipular. Me puse totalmente en sus manos y ellas me guiaron paso a paso, desde indicarme la necesidad que teníamos de no ofrecer conferencias de prensa segmentadas, sino para todos los partidos políticos, hasta que teníamos que visitar a los representantes de cada partido para platicarles sobre nuestra propuesta de ley migratoria.

lamentablemente en México la ley dice una cosa y los hechos dicen otra, y aunque los derechos humanos estén estipulados en el papel, rara vez se cumplen o se respetan.

En 2014, por otro lado, el entonces gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa demandó a FERROSUR responsabilizando a la empresa de todos los problemas que vivieran los migrantes, debido a que su personal era el que los dejaba subir al tren. A partir de ahí “La Bestia” dejó de ser la principal vía de traslado de los migrantes, ya que las autoridades migratorias reforzaron los operativos, por lo que la gran mayoría de centroamericanos, desde entonces, tiene que realizar su trayecto en autobuses y a pie.

¿Por qué en su propio país las cosas son tan diferentes?

Todas las atrocidades que han experimentado los migrantes centroamericanos desde sus puntos de partida, principalmente Honduras, El Salvador y Guatemala, son terribles, pero hay algunas que de tan crueles resultan casi inconcebibles. El grado de salvajismo, de inhumanidad que se necesita para someter a otros seres humanos a esas torturas supera la delincuencia para convertirse en perversión.