Pero, ante todo, amiga, sé que queremos construir nuevas relaciones, hemos aprendido a escucharnos, a (re)conocernos, a (re)conectarnos y a reparar para aceptarnos. Y puede que un día elijamos otros caminos y me sentiré tranquila de saber que donde sea que te encuentres, encontraré en ti un abrazo cálido, una sonrisa honesta, los bailes compartidos, la complicidad rebelde, las comidas con sabor a cilantro, aguacate y comino que nos permitieron construir hogar juntas. Porque la amistad política hay que alimentarla y no me imagino mejores sabores que estos para hacerlo.
En nombre de esta amistad política, te agradezco por la mano tendida cuando la necesito sin que la pida, que sepas que a tu lado quiero estar y estaré siempre, luchando por este cambio que tanto anhelamos. Te quiero decir que, aunque para ellos somos «las otras», aunque se nos homogeniza, sabemos que somos diferentes, porque venimos de distintas partes de la orilla. Pues, que esta otredad sea este vínculo amoroso que nos une políticamente: nuestra arma para combatir una al lado de la otra.