Me puse dura porque el miedo hace eso, o te acojona y te deja vacía, temblando en los rincones de una casa que pese a estar llena de ratas te parece un milagro, o te hace crecer los ovarios. Te los hace crecer hasta que son más grandes que la casa, más grandes que las ratas, carajo, más grandes que la mancha de sangre en el vestido de encaje de mi chamaca. Casi tan grandes como la selva, pero siempre más pequeños que las lágrimas de una hija.