Doireann Ní Ghríofa

Entre las tinieblas del dolor, la rabia es un fósforo, ya chispeante tras haber sido raspado.

Me he fabricado una vida en la que cada vez que me permito sentarme es para emitir pálidas sílabas de leche mientras sorbo mi oscuro sustento de tinta.

la literatura compuesta por mujeres no se conservaba en libros, sino en sus cuerpos, repositorios vivientes de poesía y canciones.

Este es un texto hembra, preñado de culpa y deseo, zurcido a la cantinela de los dibujos animados.

Este es un texto hembra y, además, un caoineadh: un canto fúnebre y una canción de trabajo, una loa de alabanza, un cántico y un plañido, un lamento y un eco, un estribillo y un himno. Únete a él.

na vez que se le relaja la mandíbula y se le quedan los ojos en blanco, me escabullo, pasmada otra vez al caer en la cuenta de la frecuencia con la que un sinfín de mujeres desconocidas viven momentos de mi día en un sinfín de habitaciones desconocidas, a través del texto compartido de nuestras jornadas.

Puede que para mi profesora no sea real, pero lo es para mí.

¿Dónde estaba ella?

Me había convencido a mí misma de que soportar se

semejante dolor tenía que ser bueno si le proporcionaba placer a otro. Solo ahora veo que estaba convirtiendo mi cuerpo en otro ítem de mi lista de responsabilidades y que lo estaba haciendo sin su consentimiento