Los tlacuilos empleaban el marrón y el verde para figurar los cerros en sus pinturas. Sobre papel amate o sobre el de algodón que usaban los españoles, los escribanos dibujantes proyectaban el complejo orden político y territorial de los antiguos señoríos mesoamericanos bajo la forma de un cerro del que brotaba agua, un altepetl, como escribían los frailes y los latinistas nahuas con grafías del alfabeto en la lengua de los indios. El color y la forma de ese jeroglífico representado en diversos códices, mapas y pinturas encerraban la unión del paisaje con la historia.