En un momento dado, los filisteos toman el arca hasta que Dios les abate con una plaga de «tumores» —que la Nueva Biblia Americana traduce al inglés como «hemorroides» (1 Samuel 5, 1-12)—. Ante tal sufrimiento, es comprensible que los filisteos no tardasen en devolvérsela a los israelitas (1 Samuel 6, 1-7; 3).