“Para un francés, el amor es interesante en Alejandría. Las mujeres actúan antes de reflexionar. Y cuando llega el momento de la duda, del remordimiento, hace demasiado calor, nadie tiene la energía necesaria. Esta animalidad carece de finesse, pero me conviene. Mi corazón y mi cabeza están hartos de amor, y sobre todo, mon cher, no quiero saber nada de esa manía judeo-copta de disección, de análisis. Deseo volver a mi granja de Normandía sin ataduras sentimentales”.