Rodolfo Alpízar Castillo

Hoy sé cómo se mide la verdadera edad: nos vamos haciendo viejos cuando no hacemos nuevos amigos. Estamos muriendo a partir del momento en que no nos enamoramos más.

Yo entiendo: una buena manera de esconder la tristeza es cubrirnos de carne. El sufrimiento es fatal cuando alcanza los huesos.

Dios es asunto delicado de pensar; imagínate un huevo:
si apretamos con fuerza, se parte; si no
lo sostenemos bien, se cae.

Dicho del abuelo Celestiano, reinventando
un viejo proverbio macua.

LA INFELICIDAD da una trabajera peor que enfermedad: hay que entrar en ella y salir de ella, alejar a los que nos quieren consolar, aceptar pésames por una porción del alma que ni llegó a fallecer.

Aprendí en los muchos años de pesquería: el tiempo anda por olas. Uno lo que tiene que hacer es ponerse suavecito, y siempre agarra aventón en una de esas ondulaciones.

Un día, cuando le llegue el amor, usted ni lo va a reconocer.

—Cuando jóvenes, solo nos enseñan lo que no sirve. Cuando viejos, solo aprendemos lo que es inútil.

Hoy sé cómo se mide la verdadera edad: nos vamos haciendo viejos cuando no hacemos nuevos amigos. Estamos muriendo a partir del momento en que no nos enamoramos más.

—Haga de cuenta que somos verbo y sujeto.

En otros tiempos ella encendió ardores masculinos, pero ahora está apagada. No para mí, que me enciendo en su presencia y ardo en su ausencia.