A veces—hablando de colores—, el blanco de la espuma o de una nube pasa como una pincelada sobre el azul del mar y del cielo, fundiéndose con él en un tono impreciso, mutante, nacarado, que los antiguos llamaron γλαυκός21 [glaukós], glauco; habrás oído el nombre: es el color claro y centelleante que imaginaron en los ojos de la diosa Atenea, la diosa del ingenio y la sabiduría… Pero, además, la imagen de la espuma blanquiazul sobre este mar brillante y apacible se asoció desde antiguo a la leche, y, por eso, ambas se llaman γάλα22 [gala]; y la ninfa de la mar en calma, Galatea; y la leche de los senos de Hera que quedó derramada por el firmamento, Galaxia, Vía Láctea.23