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Charlie Jonas

  • Diane Nosprakahas quoted2 years ago
    A LAS SIETE de la mañana todo iba bien. A Maxie le encantaban esas primeras horas que solo le pertenecían a ella. Pasaba por delante de los huertos urbanos, que empezaban justo detrás de la plaza Lenau. Olía a césped recién cortado, el aire estaba aún limpio y un gato negro como el carbón corría junto a una valla
  • Diane Nosprakahas quoted2 years ago
    al conocerse la esencia de una persona en toda su vulnerabilidad y autenticidad pueden anularse las normas del acercamiento humano
  • Diane Nosprakahas quoted2 years ago
    Pero bajo ciertas circunstancias, en algunos momentos existenciales de nuestra vida, cuando nos sacudimos el muro protector que nos rodea, se abren las grietas en la mampostería y de repente se ve el fondo del alma
  • Diane Nosprakahas quoted2 years ago
    Algunos lugares tenían su propia magia y cierta familiaridad, que perduraba cuando las personas se habían perdido en el camino de la vida
  • Diane Nosprakahas quoted2 years ago
    El mar, las palmeras, los olores y los colores, las casitas que se agazapaban en las suaves colinas del Epomeo, la amabilidad que parecía reinar siempre en el ambiente, toda la belleza pintoresca de aquella isla… Todo aquello le había vuelto a despertar los ánimos
  • Liliana Villasañahas quoted20 days ago
    Y la verdad es que la vida siguió adelante o, mejor dicho, simplemente siguió, pues para Susann era bastante triste; a menudo también se sentía muy sola, conforme pasaban los días, las semanas y los meses sin su fiel marido, que había estado con ella siempre, en los buenos y en los malos momentos. A veces también se enfadaba un poco con Bertold por haberse largado y haberla dejado abandonada.
  • Liliana Villasañahas quoted20 days ago
    meditando sobre la vida, Susann se preguntó en qué momento había empezado a dividir los días en buenos y malos. Hace unos años jamás se le habría pasado por la cabeza decidir, ya lista para dormir, cuando dejaba a un lado su libro, apagaba la lámpara
  • Liliana Villasañahas quoted20 days ago
    de noche y le daba un beso a Bertold, si aquel había sido un buen día, ni tampoco si se había tratado de todo lo contrario. ¿Era la edad la que le hacía pensar así? ¿Las pérdidas que se le amontonaban? ¿El hecho de que por la noche cada vez dormía peor y que por la mañana, cuando se despertaba, le dolían los huesos con mayor frecuencia? También notaba que se había vuelto un poco llorona. Le dolían las caderas y el pronóstico del doctor Kugelmann era preocupante. Y cuando uno está preocupado, se cree que todo va a salir mal
  • Liliana Villasañahas quoted17 days ago
    La primera vez que estuvo en el piso de Leonie, pasó un buen rato desconcertada en el vestíbulo ante la estantería para zapatos que llegaba hasta el techo.

    —¡Ay, Dios mío! —había exclamado perpleja—. ¿Qué haces con todos estos zapatos? ¡Si solo tienes dos pies!

    —Me gusta tener donde elegir —había respondido Leonie.

    En cambio, a ella le resultaba incomprensible cómo se podía ir por la vida con solo cinco pares de zapatos sin sentir que te hacían falta más.
  • Liliana Villasañahas quoted16 days ago
    la que, como cada día, estaba extendida la colcha con el suave estampado de rosas. No soportaba las camas sin hacer, para ella eran el principio del fin y conducían inevitablemente al caos. Y Leonie temía el caos. Un piso ordenado, en el que las cosas estuvieran en su sitio, le daba la sensación de que cualquier cosa podía superarse. Y en ese orden maravilloso una criaturita imprevisible había tomado el mando y lo había puesto todo patas arriba
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