La princesa y el pescador», por ejemplo?
—Suena a historia de amor.
Pongo los ojos en blanco. Me parece oír la sonrisa que transmite la voz de Amari. No me cabe duda de que, si me incorporase, pillaría a Tzain sonriendo también.
—Pues sí, suena a historia de amor —me burlo—. Pero no acaba de tener gancho. Si de verdad queréis una historia de amor, ¿por qué no la llamáis «La princesa y el jugador de agbön»?
Amari vuelve la cabeza y se le suben los colores a las mejillas.
—Eh, no me refería… Esto…, no quería decir…
Al final, opta por cerrar la boca antes de estropearlo más.
Tzain me fulmina con la mirada, pero en realidad no lo hace con auténtica malicia.