Valoramos la vulnerabilidad: cuando nos damos cuenta del alcance y de la magnitud de todo lo que hemos sufrido emocionalmente de niñas, valoramos emociones como la ira y la tristeza, y les damos la bienvenida, en vez de juzgarlas o avergonzarnos de ellas. Esperamos la renovación y la regeneración que nos ofrecen, así como la claridad que siempre deja su estela