Traté de corregir este defecto, si es que se trata de tal, porque las cartas fueron pensadas para publicarse; pero, a medida que ponía en orden mis pensamientos, notaba que éstas se volvían rígidas y fingidas. Por lo que decidí dejar que mis comentarios y reflexiones fluyeran sin restricción, ya que notaba que no había forma justa de describir lo que veía, más que a partir del efecto que diferentes objetos producían en mi mente y en mis sentimientos, mientras la impresión aún estaba fresca.