Eloy Pérez Ladaga

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    Cantante y compositor/letrista de Marillion en su primera etapa, Fish –apodo que adoptó de joven inspirándose, según sus propias palabras, en lo mucho que le gustaba pasar tiempo sumergido en la bañera– dejó la banda en 1988 para dedicarse a su propia carrera en solitario. Continuando allí donde lo había dejado con ellos, estilísticamente hablando, su debut como solista un par de años después figura aún hoy como el más exitoso de su trayectoria en ventas y uno de los más reconocidos por crítica y público. Vigil in a Wilderness of Mirrors (1990) contiene las dosis de rock progresivo, pop, hard rock y folk que los antiguos fans de Marillion demandaban a su antiguo líder, y la buena acogida le dio la suficiente confianza para seguir en la senda que se había trazado.

    Una senda de cerca de tres décadas en activo que ofrecen un saldo un tanto irregular con más anotaciones, eso sí, en el haber que en el debe, con discos excelentes –Internal Exile (1991), Raingods with Zippos (1999), A Feast of Consequences (2013) – y un innumerable goteo de grabaciones en directo, la mayoría ‘piratas oficiales’ editados bajo su propio sello –Dick Brothers Record Company– como un modo de autofinanciarse.

    En todos esos discos, Fish mantendría intacta su marca de fábrica en lo musical y en lo lírico. Excelente letrista, la mezcla de imágenes poéticas y denuncia social que pueblan sus canciones le han convertido en uno de los mejores y más infravalorados cantautores del rock sinfónico, y en uno de los pocos, dentro del género, capaces de escribir con igual éxito tanto emotivas canciones de amor como beligerantes temas políticos.

    Con un ritmo de trabajo pautado pero exigente, el ritmo de sus lanzamientos y sus giras ha sido constante especialmente en los noventa y la primera década del nuevo milenio, y sólo más espaciada desde entonces, especialmente desde que se le diagnosticó un anómalo crecimiento celular en la garganta que, por fortuna, no acabó siendo cancerígeno, pero que le obligó a cancelar conciertos y dejar su carrera en punto muerto durante varios años.

    Ferviente defensor de la independencia de Escocia, convencido izquierdista, aficionado –como buen escocés– al fútbol (es seguidor de siempre del Hibernian), actor esporádico en cine y televisión e interesado en todo lo que tenga que ver con las Ciencias del Mar, el viejo Derek es todo un personaje, sin duda uno de los últimos grandes nombres en activo de la primera hornada del neoprogresivo.
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    Si habláramos de una Santísima Trinidad dentro del rock sinfónico, lo único que cabría dilucidar es si Genesis serían Padre, Hijo o Espíritu Santo.

    Formado originalmente por cinco alumnos de un elitista colegio británico, el grupo no tardó en grabar algunos singles y un primer disco, From Genesis to Revelation (1969), con resultados más bien discretos. Al poco, no obstante, consiguen un contrato con Charisma Records y graban su primera obra maestra, el extraordinario Trespass (1970), tras lo cual sufren la deserción de guitarra y batería.

    Los tres miembros restantes (Peter Gabriel a la voz, el bajista Mike Rutherford y el teclista Tony Banks) reclutan a un nuevo guitarrista, Steve Hackett, y a un tal Phil Collins para sentarse tras los tambores, y con esa formación inician la etapa más clásica del grupo, grabando una joya tras otra en menos de un lustro: Nursery Cryme (1971), Foxtrot (1972), Selling England by the Pound (1973) y The Lamb Lies Down on Broadway (1974) vendrían a ser como los cuatro Evangelios para todos los creyentes en el sinfonismo. La conjunción de la peculiar voz de Gabriel y su sentido teatral en escena con la excelencia instrumental del resto de miembros y una iconografía lírica personalísima les encumbró y consolidó como referencia tanto para los fans como para docenas de otros artistas.

    Tras la marcha de Gabriel, en busca de nuevos horizontes musicales, Collins se haría cargo de la voz principal y con él al frente grabarían otros dos magníficos álbumes en 1976, A Trick of the Tail y Wind & Wuthering. Y hasta aquí podríamos decir que duraron los Genesis que la mayoría de fans más puristas consideran ‘de verdad’.

    Lo que vino a continuación poco o nada tuvo que ver ya no sólo con la filosofía y el estilo del grupo hasta ese momento, sino con el rock progresivo en general. Convertidos en trío una vez presentada la renuncia de Hackett, tanto Banks como Rutherford se acomodaron sin problemas a la nueva propuesta musical de Phil Collins, basada en un pop rock de indisimuladas tendencias comerciales. Estrenándose con un disco de significativo título –And Then There Were Three…(1978) –, su carrera durante las dos décadas siguientes puede contarse más por singles de éxito que por álbumes como concepto.

    Pero pese al éxito de ventas y popularidad de la banda en esta nueva deriva, el verdadero legado de Genesis, aquel que refrenda su importancia cultural e histórica dentro del rock del siglo XX, sigue anclado firmemente en aquellos primeros discos de los setenta, en su originalidad y su excelencia, en su espíritu innovador y en lo arriesgado de su propuesta.
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    MARILLION

    Dos bandas en una

    1979

    Aylesbury, Buckinghamshire, Inglaterra

    Buque insignia del rock neoprogresivo y, en consecuencia, uno de los principales actores en la resurrección del género en los ochenta, para hablar de ellos hay que hablar de dos bandas muy distintas: los Marillion con Fish al frente, y los posteriores con Steve Hogarth.

    Con Derek William Dick, más conocido como Fish, el grupo (cuyo nombre tomaron del Silmarillion de Tolkien y acortaron por temas de derechos), grabó cuatro excelentes discos.
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    PINK FLOYD

    Más grandes que la vida

    1965

    Londres, Inglaterra

    Pink Floyd forma parte no sólo de la música sino de la cultura, en general, del siglo XX, tal ha sido su impronta a lo largo de su carrera. En cualquier caso sus inicios fueron muy distintos al camino que seguirían a posteriori. Pioneros de los sonidos psicodélicos en el Londres de la segunda mitad de los sesenta, habituales de clubs como el Ufo y el Marquee, Nick Mason (batería), Richard Wright (teclados) Roger Waters (bajo) y el guitarrista y vocalista Syd Barrett inauguraron su discografía con una piedra angular de la lisergia británica, The Piper at the Gates of Dawn (1967). Pero poco después el abuso del LSD por parte de Barrett, a la sazón líder del grupo, le incapacitaría para continuar al frente de la banda. David Gilmour, que había entrado aún con Syd en activo para apoyarles en directo, sería su sustituto.

    Con Waters ahora en funciones de compositor principal, ayudado por Gilmour y Wright, el cuarteto editaría un álbum de transición –A Saucerful of Secrets (1968) – antes de decantarse por su lado más experimental en Ummagumma (1969).

    Atom Heart Mother (1970), Meddle (1971) y Obscured by Clouds (1972) incidirían en esa dirección, mostrándoles progresivos y vanguardistas, jugando con los efectos del sonido y la música clásica.

    Con Waters cada vez más afianzado como líder llegarían las dos primeras obras magnas de la banda, así como el estallido comercial. The Dark Side of the Moon (1973) y Wish You Were Here (1975), se convierten casi al instante en dos discos icónicos, que proporcionarían algunos de los temas más reconocibles del rock del siglo pasado.

    Animals (1977), un magnífico disco conceptual basado libremente en Rebelión en la Granja, de Orwell daría paso a una de las óperas rock definitivas: The Wall (1979). Vehículo casi exclusivo de Waters, en el que desgrana varias de sus fobias y obsesiones, con él la banda llegó a estratos de popularidad reservados a las estrellas. El álbum además vió su versión fílmica en 1982, dirigida por Alan Parker y protagonizada por Bob Geldof.

    The Final Cut (1983) marcaría la disolución de la banda dos años más tarde, aunque Gilmour y Mason reflotaron el buque y publicaron A Momentary Lapse of Reason (1987) con Wright como músico adicional por problemas contractuales con Waters. Le seguiría el doble en directo Delicate Sound of Thunder (1988) y The Division Bell (1994), su última referencia en estudio hasta dos décadas más tarde, cuando aparecería The Endless River (2014), recopilación de outtakes, mayormente instrumentales y de carácter ambiental, de las sesiones de The Division Bell.
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    RUSH

    La inspiración inagotable

    1968

    Toronto, Ontario, Canadá

    Rush, dejémoslo claro de entrada, son toda una institución. En su Canadá natal, por supuesto, pero también en el resto del orbe. Geddy Lee (bajo, voz), Alex Lifeson (guitarra) y Neil Peart (batería) –este último sustituyó al batería original, John Rutsey, tras la grabación de su primer disco–, pueden enorgullecerse de ser una de las bandas más inspiradas y longevas del progresivo, aun no empezando como tales.

    Y es que Rush se formó como un trío de hard blues, grabando un primer póker de discos no catalogables dentro del estilo que nos ocupa, al menos no por entero. Así, tras un primer disco en vivo –All the World’s a Stage (1976) – que cerraba su primera etapa (una costumbre que mantendrían a lo largo de los años, editando un directo tras cada cuatro discos de estudio), publicaron su tetralogía más clásica: A Farewell to Kings (1977), Hemispheres (1978), Permanent Waves (1980) y Moving Pictures (1981), ofreciendo un rock progresivo fresco y dinámico, no exento de virtuosismo y cierta chispa comercial, e inmediatamente reconocible gracias a la personalísima voz de Lee, aguda y nasal como pocas.

    Pero entrando en los años ochenta el grupo efectúa un giro en su trayectoria y factura una serie de discos muy influenciados por la época, atiborrando su música de sintetizadores, en detrimento de la siempre elegante guitarra de Lifeson, y con una marcada presencia de ritmos funk y aires new wave.

    Con el final de la década y un nuevo directo vino asimismo un nuevo cambio, en este caso un retorno a las guitarras, actualizando y adaptando su sonido clásico a los nuevos tiempos. Presto (1989) y Roll The Bones (1991) empezaron a marcar una nueva senda, que continuaría con dos discos más hasta que Neil Peart sufrió una serie de desgracias personales que llevó a la banda a un paréntesis de cinco años, el primero en su larga carrera. Finalmente el batería decidió continuar con ellos y la maquinaria volvió a ponerse en marcha.

    En el año 2002 editan Vapor Trails, un comeback que confirma su buen estado de forma, al que seguirán un curioso EP de versiones –Fedback (2004) – y dos discos más de estudio que revelan a una banda perfectamente instalada en esa madurez que muchas veces es sinónimo de conformismo y rutina pero que en su caso es todo lo contrario. El rock de Rush sigue cargado de músculo e inspiración, cabalgando a lomos de la pericia técnica de los tres músicos y su indiscutible talento para la escritura de canciones inolvidables.
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