hubo un elfo, no un príncipe, no un heredero del imperio, sino un elfo, que se sentía perdido hasta que te encontró. Un elfo al que le enseñaste que el amor no entiende de razas ni de seres, porque es un sentimiento tan sublime que solo entiende de almas. Y estoy convencido de que la tuya y la mía en algún momento se volverán a encontrar, y entonces seremos libres de amarnos y estaremos juntos, para siempre