Nicholas Binge

Páginas y páginas de tinta manaban de mí como la sangre de miles de cortes. La necesidad de confesar no me abandonó jamás: el poder curativo y liberador que te otorga abrirte al mundo y a los demás. Me obsesioné con ello.

sentí que debía alejarme, desengancharme y rehabilitarme. Acercarme demasiado me habría vuelto loco.

Pero ahora no puedo volver a escribir en mi diario, no de la misma forma. Las palabras son falsas. Resuenan con frialdad

Pero no se me ocurre nadie más, nadie a quien no haya alejado ya de mí.

Ya no creo que Dios me escuche.

La física es un campo muy amplio. Abarca la mayor parte del universo conocido. ¿Podría ser más específico?

Entonces, tienen un fenómeno del que no pueden hablar, en un lugar que no me pueden decir y trabajan para unas personas cuyos nombres no puedo saber. Es tarde y estoy cansado, ¿qué les hace pensar que aceptaré?

Bueno... —El Guardián se encogió de hombros—. Puedo decirle cuánto le pagarán, pero me dijeron que no le importaría. Cuanto mayor sea el misterio, más intrigado estará, me aseguraron

—¿Por qué Sísifo no deja de empujar la roca colina arriba, Harry, si sabe que volverá a caer? ¿Por qué insiste en empujar?

Madre mía, aún tengo sangre en las manos mientras escribo esto

Si cierro los ojos y me concentro, puedo meter estas emociones en la caja y dejarlas ahí, fuera de mi vista y de mi mente, hasta que solucione el problema