Belleza en la mujer es tesoro inefable,
y cuando la admiramos nunca causa cansancio.
Mas es prenda sin precio y aun mejor si cabe
esa forma de ser que llamamos agrado.
Fue lo que su madrina le enseñó a Cenicienta.
En ello la educó e instruyó con empeño
y con tan buen acierto que hizo de ella una reina.
(Tal es la moraleja que sacamos del cuento).