Paula Bonet

  • Pedro José Pico Vinceshas quotedlast year
    El sexo es un acto que ha podido ser violento, placentero, un deber o un vicio
  • Verónica Murguíahas quoted6 months ago
    La política romana usaba de una forma continua, insistente y agotadora la sexualidad como arma política.
  • Juan José Martín Andréshas quoted6 months ago
    Tatiana Andrade se empieza a narrar así en su libro La vida láctea.
  • Juan José Martín Andréshas quoted6 months ago
    Es difícil darse cuenta de que una está empezando una historia con un maltratador, el maltratador es un experto en crear espacios que la víctima cree que son seguros.
  • Juan José Martín Andréshas quoted6 months ago
    También porque mi primer amante me doblaba la edad y como era tan buen orador –dentro y fuera del aula– supo comunicármelo con mucha eficacia a una edad temprana, pero me he tenido que enfrentar demasiadas veces a mí misma para saber algo del deseo del género al que pertenezco. Puta.
  • Juan José Martín Andréshas quoted6 months ago
    Dacia Maraini habla de cómo nuestros cuerpos, derechos y maternidades son el campo de batalla donde el patriarcado despliega toda su artillería
  • Juan José Martín Andréshas quoted6 months ago
    Mi piel tiene que ser suave en los brazos, en las ingles, en el pubis, en las rodillas y en los codos. Mi piel ha de ser siempre joven para ellos, porque si no se irán con una más joven. Intenta irte tú a tus cincuenta con uno de veinte. Depravada. Babosa. Asquerosa vieja de mierda.
  • Juan José Martín Andréshas quoted6 months ago
    Adrienne Rich habla del cuerpo de la mujer como algo impuro y corrupto que amenaza a la masculinidad: algo que desea y es diabólico y sangra y se corre. Y lo enfrenta al cuerpo del único otro tipo de mujer que el patriarcado concibe: el de la pura, asexuada y sagrada. El de la virgen.
  • Juan José Martín Andréshas quoted6 months ago
    No sabía que en el país al que huía se había derramado tanta sangre
  • Juan José Martín Andréshas quoted6 months ago
    Pero –algunos, siempre algunos– no la quieren en un ejercicio de amor romántico, o de promesa de fidelidad, o de creación de brigada noble y afectiva, no. La quieren –algunos– para satisfacer sus ansias varoniles, para acrecentar su ego, para perpetuarse ellos mismos como depredadores –y qué masculina y qué bien suena la palabra en su boca, redonda, la palabra depredador en su boca después de un traguito de vino–, para olvidarse de la decrepitud a la que sus cuerpos no inmarcesibles empiezan a entregarse sin tener en cuenta lo que los cuerpos exultantes de vida de ellas desean.
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