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Tom Franklin

Furtivos

  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted10 months ago
    Un extraño y aterrador consuelo para el resto de sus días.
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted10 months ago
    de cómo se sentaba Frank en el bosque a la espera de los furtivos, tan inmóvil que las libélulas se le posaban en la nariz y los mosquitos se paseaban por sus ojos. Nadie sabía de dónde provenía, pero Kirxy había oído que de bebé quedó huérfano en un incendio y que una mujer cajún lo encontró medio muerto de hambre en el pantano. Lo crió en las orillas resbalosas de arcilla roja del río Tombigbee, entre negros famélicos que se dedicaban a la caza furtiva y a la destilación ilegal. La gente decía que ni siquiera él mismo sabía la edad que tenía. Y que fue el mejor cazador furtivo de todos los tiempos, el más astuto, el más despiadado. Que una noche en un antro le cortó la garganta a un leñador borracho en una pelea a cuchillo. Que huyó al sur y, aun siendo menor, se alistó en los marines en Mobile y acabó en Corea, en la infantería, donde por su puntería y su sigilo lo utilizaron de francotirador. Antes de abandonar aquel país contaba con más de cien muertes a su espalda, comunistas del otro lado del mundo que jamás lo vieron venir.

    De vuelta en Alabama estuvo varios años desaparecido, luego se presentó un buen día en la oficina del guarda forestal solicitando un trabajo. Hay quien asegura que en aquel intervalo encontró la fe.

    –¿Y por qué crees que tendría que contratarte? –le preguntó el jefe de los guardas forestales.

    –Porque llevo diez años dedicándome a la caza furtiva delante de sus putas narices –le respondió Frank David.
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted10 months ago
    Tampoco era para ellos el tipo de vida al que la mujer de Kirxy estaba acostumbrada. A veces les tenía miedo. Entornaban mucho los ojos y daba la impresión de que miraban desde dos tajos negros, comían con las manos, no hablaban. Lo que ella ignoraba era que en todos aquellos años de noches mudas en el río y días silenciosos en el bosque habían desarrollado un lenguaje propio, un lenguaje de ojos, de dedos, de movimientos de hombros, de asentimientos con la cabeza.
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted10 months ago
    Juntos tendieron una lona por encima del rinoceronte y una vez amarrada por debajo dieron un paso atrás para revisar cómo había quedado. Seguramente era ilegal transportar algo tan grande, tan amenazador. Pero esa inquietud no tardó en desvanecerse en el retrovisor de Steadman cuando la camioneta levantó polvo suficiente para borrar la silueta de Kilpatrick. Muchísimo más grande que una puta caja de zapatos, pensó Steadman imaginándose al rinoceronte entre las azaleas, rodeado de ancianos en el jardín de la residencia, su padre en medio, tocando y acariciando lujuriosamente el lomo de aquella bestia peligrosa, un regalo de cumpleaños arcaico e inolvidable, de una lealtad incondicional. Los pájaros se posarían en la espalda del rinoceronte y Steadman sabía que su padre impresionaría a todo el mundo identificándolos por sus nombres científicos.
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted10 months ago
    A medida que profundizaban en el interior del país las estaciones de servicio se iban volviendo más extrañas. En aquellos tiempos los propietarios solían intentar atraer a la clientela con todo tipo de artimañas: un cerdo bicéfalo conservado en una tina de alcohol, una serpiente de cascabel albina que se tragaba zarigüeyas vivas, puntas de flecha choctaw gratis.
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted10 months ago
    Apago las luces y Jan enciende las velas altas del centro de la mesa. Pongo a Tom Waits. Nos comemos el pollo, las zanahorias glaseadas, la ensalada y el pan que compramos en la tienda. Todos hacemos elogios y Paul le pide a Jan que le dé a Prissy la receta de las zanahorias.
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quotedlast year
    Compra revistas Playboy, las hojea una vez y luego me las da. En eso consiste ser rico.

    Y en esto ser pobre: tu mujer te deja porque no puedes encontrar trabajo por la sencilla razón de que no hay trabajo que encontrar en ninguna parte. Vacías el tarro de centavos de la repisa de la chimenea para comprar cigarrillos. Detestas contestar el teléfono porque siempre son malas noticias. Cuando tus amigos te invitan a salir, no sales. Pasado un tiempo, dejan de invitarte. Les debes pasta y en ocasiones te la piden. Les dices que verás lo que puedes rascar.
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quotedlast year
    Hace un par de semanas lo vi en el Food World –siguió Mace–. Me acerqué a él y le dije: «¿Qué pasa, Mike, cómo te va?». Y va Mike y me suelta: «Nada mal, para un hombre muerto». Decir eso es de lo más chungo, ¿no crees? Uno intenta actuar con normalidad y va el tío y te suelta esa mierda encima.
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quotedlast year
    Así que Bruce y yo arrancamos dejando una larga y fina franja negra de caucho en la carretera; probablemente la única prueba que deja Bruce a su paso. Pero de mí hay pruebas por todas partes: en el recibo de la tarjeta de crédito de la gasolinera, en la tarjeta de fichar de la planta química, en la mujer que sangra en mi casa, en la lápida de mármol blanco de un niño.
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quotedlast year
    Cuando el bebé nace muerto no hay motivos para seguir casados.
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