Pamela Bichon ha sido asesinada brutalmente. Su cuerpo se encontró en una casa deshabitada en los pantanos de Luisiana; sus ojos sin vida miraban al vacío a través de las aberturas de una emplumada máscara de Martes de Carnaval. Pero su asesino fue puesto en libertad y el caso se desestimó por una minucia técnica. A ojos de la ley no importa que la fiscalía pueda aportar una prueba contundente y definitiva que demuestra la culpabilidad de Marcus Renard. Lo único que cuenta es que esa prueba no aparecía citada en la orden de registro y que además fue hallada por Nick Fourcade, un detective de turbio pasado y dudosa reputación. Sin embargo, la investigación no se ha cerrado aún. Al menos para Nick, a quien se acusa de falsificar la prueba. Tampoco la agente Annie Broussard puede olvidarse del caso. Ella fue quien halló el cadáver y todavía está obsesionada por la imagen de la mujer asesinada, a quien se ha privado de justicia. Las circunstancias llevan a Annie a colaborar con Fourcade en una investigación secreta que la obliga a aliarse con un hombre del que desconfía y a intimar con un presunto asesino, en un juego que cada vez se vuelve más peligroso
