No existe una educación “neutra”: toda educación responde a un determinado concepto y a un determinado proyecto de ser humano. La originalidad de la educación marianista viene de la particular relación mutua entre estos dos términos desde los orígenes mismos de la fundación de la congregación. Podemos decir que, desde siempre, educación y carisma han configurado la misión marianista en una especie de relación simbiótica. En el ser y actuar marianista no existe por un lado la educación y por otro el carisma, que viene a darle un determinado “colorido”, un “aroma”, un «espíritu”. El carisma marianista, en su misma raíz, se inspira en la educación en sentido amplio, no meramente formal, y se orienta hacia ella.