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Eva Muñoz

Lujuria. Libro 2

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  • Paola Floreshas quotedlast year
    —No me dejes —me ruega—. Amor, no me dejes, por favor.

    Suelta la pistola y se aferra a mi rostro sin dejar de llorar, alterna la vista entre las heridas y mi cara.

    —Dilo —vuelvo a pedir con el poco aliento que me queda—. Dilo, por favor…

    —¡Te amo! —me grita—. ¡Te amo y no quiero que me dejes!
  • .has quoted2 days ago
    Si no te dejé antes, mucho menos ahora —reitero contra sus labios—. De mí no te vas a librar nunca.

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  • .has quoted2 days ago
    Si tuvieras, aunque sea un mínimo de inteligencia, comprenderías mi negativa. —Se levanta y acorta el espacio que nos separa—. ¡Mírame! Casi muero de una sobredosis, agredí a quien me cuidaba y casi te mato.

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  • .has quoted2 days ago
    —¿Y qué beneficio tengo yo en esto? —increpa—.

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  • .has quoted2 days ago
    El miedo impacta como un rayo y todo se me contrae con lo que veo. Demasiada oxitocina, demasiados vacíos y un escenario que me deja mudo con ella ahí, tendida en el piso, siendo sacudida por los espasmos que avasallan su cuerpo. Los ojos se le van hacia atrás y la espuma emerge de su boca. No me muevo, no respiro, el shock nubla todo mis sentidos.

    —¡Hijo! —oigo la voz del hombre que me trajo e intenta socorrerla—. Hay que…

    Me abalanzo sobre ella y la coloco de lado en lo que tomo las debidas medidas; el momento me hunde, oigo los latidos de mi propio corazón y siento que no puedo respirar, porque todo es como un golpe seco en el estómago, en la sien…, no sé dónde, pero me cuesta conseguir el paso del aire.

    —Ya va a pasar. —El anciano pone la mano en mi hombro, en lo que lidio con el desespero que se extiende y me pone a vivir los peores segundos de mi vida.

    Me aferro a la tela de la sudadera que Rachel carga y cierro los ojos a la espera de que pase, de que este maldito momento lleno de pánico se disperse. La convulsión cesa poco a poco, su cuerpo deja de sacudirse, queda inconsciente y la alzo en brazos trayéndola conmigo. Los que estaban adentro desaparecieron y los pocos drogadictos que quedan están inconscientes en el piso.

    En medio del aguacero me apresuro al auto; el anciano me quita las llaves en el camino y corre a abrirme la puerta.

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  • .has quoted2 days ago
    La tomo otra vez, me rechaza cuando intento llevarla conmigo y empieza a pelear; chilla y patalea mientras que el anciano que me acompaña trata de ayudar, pero acaba con una patada de ella en el estómago. Está eufórica por el alucinógeno, se vale del arranque de energía que hace acopio de lo aprendido a lo largo de los años, logra zafarse, vuelvo a tomarla y la coloco contra el piso.

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  • .has quoted2 days ago
    Respira en mi oído y me llena de embestidas que me erizan la piel cuando me lleva contra él, no aparta las manos de mis pechos y pongo mis manos sobre las suyas.

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  • .has quoted2 days ago
    Me besa y mis labios lo reciben, le dan vía libre a la caricia húmeda de su lengua; el momento se prolonga, para y se reinicia.

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  • .has quoted2 days ago
    Nos acomodamos de medio lado y de inmediato siento la dureza de su miembro, el empalme me maltrata la espalda cuando me abraza.

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  • .has quoted2 days ago
    Trabajas con la mafia, pues torturemos como lo hace la mafia.

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