Josefine y yo

Yo era un torpe; Josefine, una virtuosa del juego de escondite. Pero ¿quién puede vivir sin fachada? ¿Y cuál tengo ahora? Es algo que al parecer se descubre siempre después, en la mudanza siguiente.

Con los años, a uno se le vuelve extraña hasta su propia caligrafía.

When I am laid in earth,

may my own wrongs create

no trouble in thy breast.

Remember me, remember me.

But ah! Forget my Fate.

Pronto, ay cuán pronto vendrá el tiempo

de la quietud

para este mi corazón cansado,

y de la selva sobre mí escucharé la bella

solitud

sin que mi nombre sea recordado.

Maldije mil veces el aislamiento voluntario de Josefine. Era absurdo que en plena época de satélites se atrincherara en su mansión, como si el Paseo de los Castaños estuviera situado en otro planeta.

–No se preocupe, señor Joachim. Es tenaz como un gato, aunque a veces se comporte como la princesa del guisante. Espero que tenga mucha suerte en América. Pero volverá, ¿verdad?

Pude asegurárselo con la mejor conciencia. Sin embargo, el que por amor a Hella hubiera renunciado al fútbol fue algo que le oculté a esa alma fiel de Fryda.

Con la vida que llevábamos... Vivíamos casi siempre con la maleta hecha.

excesivo. Cuide su abundante cabellera, querido mío, y váyase en paz.

No fue culpa suya. Al inocente se le cae el pelo, dicen. Pero ¿ha de arrancárselo él mismo? Eso sería

Todo matrimonio por amor representa un riesgo demencial, un riesgo que ningún jugador de ruleta asumiría. Pero bien, los asuntos importantes de la vida se deciden contra todo pronóstico. También la procreación es, al fin y al cabo, una empresa teme raria.