El ladrón del rayo

Sobreviviré hasta entonces. Después de todo, soy tu hijo.

«Los monstruos están en el mundo real. Ahí es donde descubres si sirves para algo o no.»

«Ares tiene fuerza, pero nada más. Y a veces la fuerza debe doblegarse ante la inteligencia».

Entonces comprendí algo: Gabe había pegado a mi madre. No sabía cuándo ni cómo, pero estaba seguro de que lo había hecho. Quizá llevaba años haciéndolo sin que yo me enterase. La ira empezó a expandirse en mi pecho

—Padre. —No me atreví a levantar la cabeza. El corazón me iba a cien por hora.

Yo quería decir: «No, gracias, me he equivocado de puerta, solo estaba buscando el baño», pero me forcé a inspirar.

«¡No! ¡Aunque seas mitad cabra, eres mi mejor amigo y no quiero que te mueras

Su mirada estaba cargada de aflicción, como si ya estuviera eligiendo las flores para mi ataúd.

Me escocían las mejillas.

Allí estaba mi profesor favorito, delante de la clase, diciéndome que no podía con aquello. Después de repetirme durante todo el año que creía en mí, ahora me salía con que estaba destinado a la patada.

—Vale —le dije temblando

¿De qué hablaba? Quizá los profesores habían encontrado el alijo ilegal de caramelos que vendía en mi dormitorio. O quizá se habían dado cuenta de que había sacado la redacción sobre Tom Sawyer de internet sin leerme siquiera el libro y ahora iban a quitarme la nota. O peor aún, me harían leer el libro.