Hampones, pelados y pecatrices

Estos establecimientos ofrecían la oportunidad de vivir en estrecha proximidad con otros hombres sin levantar sospechas.

Cuauhtemotzin (hoy Fray Servando Teresa de Mier)

Un factor decisivo para la concentración en el Centro y las colonias aledañas (Guerrero, Tepito y Obrera) de espacios homosexuales, entre 1940 y 1950, fue el bajo precio de los alquileres en la zona, en particular entre 1941 y 1945, cuando se congelaron las rentas.

la zona de tolerancia de la calle de Cuauhtemotzin,

Monroe Wheeler (1899-1988) —funcionario del Museo de Arte Moderno de Nueva York— conoció varios cabarets capitalinos como el Salón México, del cual escribió a un amigo: “imagínate el Savoy en Harlem, pero 4 veces más grande, con un millar de gente bailando, moviéndose, besuqueándose”.28

Otro espacio similar fue el bar La Cita, en la calle de Villalongín.

El lugar es retratado en la novela de Rodolfo Usigli Ensayo de un crimen (1944)

el Club Leda, situado en la colonia Doctores, en Doctor Vértiz, número 118.

Los espacios de reunión homosexual del centro de la Ciudad de México incluían lugares cuyo giro cambiaba a lo largo del día. Si bien estos sitios abrían temprano para ofrecer desayunos, por la tarde, después del almuerzo o de la comida, los cafés se convertían en espacios de tertulia para periodistas, académicos y artistas, como el célebre Café de París (5 de Mayo y Filomeno Mata).

En otra parte de la novela, al describir un antro de homosexuales, El Café de Locos, en la Plaza Garibaldi, cerca del templo de Santa María la Redonda,