Agradar a Dios

Es por este fuego consumidor que vivimos. Es a Él a quien nos esforzamos por agradar. Es por Él que nos levantamos nuevamente después de repetidos fracasos. Él es nuestro destino.

por este fuego consumidor que vivimos. Es a Él a quien nos esforzamos por agradar. Es por Él que nos levantamos nuevamente después de repetidos fracasos. Él es nuestro destino.

Somos llamados a proseguir hacia la meta de nuestro llamado supremo. Proseguir es avanzar, implica esfuerzo. El apóstol nos estaba llamando a esforzarnos. La búsqueda de la justicia no es un asunto indiferente, no hay un método fácil para la santificación. La determinación es importante, el esfuerzo es esencial.

En un mundo donde la carne parece dirigir las actividades humanas, el Espíritu Santo aún está presente

el Espíritu Santo es el aliado del creyente. Es triste que cada día se nos recuerde la alianza de nuestra mente y cuerpo con este mundo caído mientras olvidamos que los hijos de Dios tienen al Espíritu para ayudarles.

mente renovada es esencial para agradar a Dios. El Dios que desea nuestra santificación también desea que brillemos como estrellas en un mundo caído (Filipenses 2:14-16). Hacemos esto de mejor forma cuando entendemos este mundo y sus valores. Cuando empezamos a percibir el mundo como Dios lo percibe, podemos actuar con buena conciencia para renovar una Creación dañada. En esto agradamos al Creador y Redentor.

Lutero insistía, no alcanzamos la madurez espiritual sino hasta que somos capaces de reintegrarnos al mundo y recibirlo, no como lo hicimos una vez con toda su mundanalidad, sino como la arena de la redención. Es nuestro lugar de trabajo. Es el lugar que Dios hizo y al que Cristo vino. No nos rendimos con el mundo; a pesar de su estado caído, sigue siendo el mundo de nuestro Padre.

llamado a la transformación es un llamado a la renovación de la mente. La mente nueva resulta de un estudio profundo de la perspectiva de Dios. Eso exige un dominio de la sagrada Escritura pues las Escrituras revelan la mente de Dios. Entre más entendamos la mente de Dios, estaremos menos amenazados por Steinbeck, Hemingway o cualquier otro escritor o pensador secular.

hecho estar desagradando al Dios que quiere que este mundo sea redimido, no evitado.

El llamado a la transformación no significa retirarse del mundo, no necesitamos más monasterios. Debemos ir más allá de las formas de este mundo, debemos efectuar cambios en el mundo. La perspectiva de Jesús va más allá de las formas de este mundo. No nos rendimos al mundo ni tampoco nos retiramos del mundo. Debemos penetrar el mundo con un espíritu nuevo y diferente.