Manuel Antonio y su esposa huyen de un grupo de asesinos que los persigue por pueblitos perdidos de la costa colombiana. Lo único que los mantiene vivos es su guardaespaldas, un hombre entrenado militarmente para enfrentar lo que sea.
¿Cómo llegaron a esto?
Una constructora colombiana contacta a Manuel, quien lleva varios años viviendo en España, para que viaje a Miami. Allí, asistirá a una cultura del exceso y del arribismo que lo deslumbrará, pero de la que se hartará pronto cuando deba volver a Colombia y enfrentar a la familia con la que perdió el contacto y un posterior intento de secuestro.
A la par, diferentes líneas narrativas muestran los diferentes intereses que se tejen a su alrededor: los paramilitares que quieren capturarlo, los corruptos e incompetentes jefes que desde Miami intentan seguir haciéndole trampa al Estado colombiano, los sicarios a sueldo que desean la recompensa. Al final, todo se resolverá con el grito de “banzai” y la definición que da el autor:
“Banzai”: estoy dispuesto a cambiar este momento por toda la eternidad.