Jon Aldekoa, agente de la Erztaintza, viaja a Nueva York dentro de un programa de intercambio con el Departamento de Policía para conocer los métodos empleados en las investigaciones criminales. Sin embargo, poco tiempo después es asignado como compañero del detective que investiga unos asesinatos en serie. Las víctimas, todas ellas mujeres de origen hispano, llevan vidas muy diferentes, lo que hace muy difícil valorar el perfil psicótico del asesino. De hecho, lo único que saben de él es el sobrenombre que la prensa le ha atribuido: el Asesino de la X.
Simultáneamente otros agentes del Departamento de Policía de Nueva York investigan la autoría de una segunda serie de asesinatos. En esta ocasión las víctimas son antiguos soldados que combatieron en la guerra de Irak. Se trata de una investigación que en principio no tiene nada que ver con la otra serie de asesinatos, pero una terrible coincidencia surge para Aldekoa: su compañera, una periodista destinada en Irak, falleció a consecuencia de los disparos que efectuaron los militares que están siendo asesinados uno detrás de otro.
Para Aldekoa estos asesinatos tienen una doble implicación: por una parte, él es un miembro activo de la policía y colabora en la investigación; por otra, se enfrenta de nuevo al recuerdo de la muerte de su antigua compañera. La angustia se acrecienta cuando sobre él empiezan a sobrevolar las sospechas ya que se le presupone una motivación: el deseo de venganza.
Con Heridas permanentes, José Javier Abasolo vuelve a sorprendernos con una trepidante historia de recuerdos, venganzas y violencia en una ciudad en la que, sin embargo, la amistad y el amor también son posibles.