Camposanto

La compasión más auténtica es la de los desconocidos.

Me da rabia este cuerpo que no se resigna a vivir sin que lo toquen

Uno sigue viviendo, pero el dolor está ahí, como dormido. Uno no quiere que se le despierte y volver a sentir que nada vale la pena.

Soy. Todavía no he perdido ningún recuerdo esencial. Los repaso todos los días como si contara monedas

Oigo la risa de bebé de Amalia y daría todos los sonidos del mundo a cambio de ese

Es un poco más difícil, pero también puedo volver a ser con lo que he tocado o me ha tocado

Más allá un cristo rey enorme extendía las manos sobre el paisaje. Me pareció que el suyo no era el gesto de quien bendice sino del que alza los brazos impotente

Del mismo modo en que nada en este lugar indica que es un cementerio, en su mano tendida no hay indicios de que es un asesino

Y he de cuidarla y no verla crecer, sino encogerse o diluirse

Uno pensaría que los asesinos recuerdan dónde enterraron a sus víctimas, pero el olvido no siempre distingue lo nimio de lo importante