Un vistazo sociológico a la Iglesia católica la muestran como piramidal, con un papa de poderes prácticamente ilimitados, gerontocrática, masculina, clerical, europea, Iglesia de la que se dicen pertenecientes mil doscientos millones de personas, pero que es gobernada, en última instancia, por unas pocas personas: el papa, los obispos en ejercicio y la burocracia de la Curia. Este libro, partiendo de esta realidad sociológica y analizándola con las herramientas de las ciencias sociales, sugiere y propone, humilde pero firmemente, otro modelo de Iglesia para el siglo xxi: una Iglesia en red, al modo de un gigantesco archipiélago que cubra la faz de la tierra, con diferentes nodos en diferentes partes del mundo, interrelacionados entre sí y todos ellos religados a un nodo central, que no centralizador, que, en la actualidad, está en el Vaticano. En el Vaticano (o en otras partes del planeta) se reuniría una representación universal de obispos, sacerdotes, religiosas y religiosos, laicos de ambos sexos, miembros de la Curia, todos bajo la presidencia del papa, para debatir sobre la situación de la Iglesia en el mundo y adoptar, si es el caso, las decisiones pertinentes.