. La flecha vuela en silencio, directa a su objetivo, describe un arco antes de hundirse en la espalda de Aquiles.
Él oye el tenue zumbido del proyectil un instante antes de ser alcanzado. Vuelve un poco la cabeza, como para verlo venir. Cierra los ojos y siente cómo la punta metálica le rasga la piel, le rompe el grueso músculo y gusanea en su interior para abrirse paso entre los dedos entrelazados de su costillar y llegar, por último, a su corazón.