hablo yo, habla la ciencia, los médicos. El cuerpo de la esposa sirve para tener hijos. La misión de la madre es dar a luz… lo repetían sin cesar mi madre, mis tías, mi abuela.
—La mujer también puede dedicarse a cultivar su inteligencia —retó Josefa, indignada.
—¡Qué absurdo! ¿No sabes que debido a nuestra constitución corporal y nerviosa somos incapaces de razonar? Si de casualidad nos llega una idea, la hacemos papilla. La racionalidad está reservada exclusivamente para el hombre —declaró su cuñada, sintiéndose dueña del ancho y largo de su verdad.
—Disculpe, cuñadita, la imagen que tiene usted de las mujeres…
—¡Es la correcta! No se hable más —interrumpió la mujer levantándose de la mesa.
La joven contempló furiosa un pedazo de hojaldre que se ahogaba en la leche hervida. Detestaba los conceptos de su pariente política. ¿Cómo argumentar contra esas ideas que, a fin de repetirse, se habían erigido