Trump

Resulta imposible pasar
por alto en qué medida está
fundada la civilización sobre la
renuncia al instinto.

SIGMUND FREUD

En una entrada publicada en Facebook, Roman Gratteri viene a calificar tal cosa de inverosímil y tal vez de cruel: «Lo han llamado racista, intolerante, mentiroso, ladrón, falso, nazi, Hitler, mal administrador financiero, codicioso, inculto, egoísta, arrogante y odioso. No tengo ni idea de a quién votaré, pero tengo que elogiarlo: todo eso es mucha porquería para aplicarla a una sola persona, con independencia de lo que sea. ¡Impresionante!». Entiendo lo que quiere decir, pero tengo para mí que un caso pronunciado de engreimiento puede, de veras, ser negativo para una persona y causar fallos en diverso grado. Es normal que alguien de carácter firme y disciplinado (como Gratteri) considere que tal cosa es muy poco probable, y estoy de acuerdo en que sería cruel si no hubiera tantos testimonios que lo demuestran.

Putin, «el artista más consumado de la actuación política», considera que su don principal es el de «hacer que el pueblo —en este caso el de Rusia, su auditorio— lo vea como lo que quiere que sea y no como lo que es» y, sobre todo, como «el hombre de acción más completo de su nación, capaz de hacer frente a cualquier eventualidad»,

Primero:
NO DIVIDIRÁS A LA POBLACIÓN, sino que procurarás su unidad en condiciones aceptables a todos y cada uno de sus ciudadanos.

Segundo:
NO MANIFESTARÁS DESPRECIO por ninguna persona o colectivo, sino que darás muestras públicas de respeto y considerarás en privado sus opiniones y lo que puedan tener de cierto.

Éstos son requisitos necesarios para la constitución (con minúscula inicial) de una república estable y duradera. En cuyo caso habrá que añadir un nuevo mandamiento fundamental:

NO QUEBRANTARÁS ninguno de estos dos mandamientos, bien por ansiar poder o beneficio personal, bien por perseguir cualquier clase de ventaja en enfrentamientos partidistas

Para ello, siguieron el modelo de tres poderes —legislativo, ejecutivo y judicial—, separados pero equilibrados, que había propugnado Montesquieu, pues entendían que su acumulación constituía «la definición misma de la tiranía».

El experimento estadounidense se basa en la idea de que, tal como lo expresó James Madison, no somos ángeles ni demonios, pues ningún gobierno sería necesario en el primer caso ni posible en el segundo

Porque también existe el embuste colectivo (también llamado ideología