Me considero un hombre de principios. Pero ¿qué hombre no se considera tal? Incluso el asesino, según he advertido, interpreta sus acciones como «morales».
Tal vez otra persona, al leer mi vida, me considere un tirano religioso. Puede llamarme arrogante. ¿Qué hace que la opinión de ese hombre sea menos válida que la mía propia?
Supongo que todo se reduce a una sola cosa: al final, soy yo quien tiene los ejércitos de su parte.