El Espíritu Santo es el Consolador, la fuerza de lo alto que acude en auxilio de nuestra flaqueza. Puede orientar y guiar, gracias a los movimientos que imprime en cada alma. Aprender a reconocerlos y a recibirlos nos ayudará a progresar en la vida cristiana, y a responder a la llamada a la santidad que Dios nos dirige a todos.
¿Cómo dejar que el Espíritu Santo nos asista y nos guíe? ¿Cómo abrirnos lo más posible a su acción, que ilumina nuestra inteligencia y fortalece nuestro corazón?
El propósito de este libro, accesible y concreto, es el de mostrarnos las condiciones prácticas que permiten esa docilidad a la acción del Espíritu Santo.
Crítica:
«Este libro quiere enseñarnos cómo facilitar las inspiraciones del Espíritu Santo en nosotros, cómo descubrirlas, cómo discernirlas, cómo seguirlas, cómo colaborar con la obra de la gracia en nosotros.»
P. José Yanzón, San Pablo
«La acción del Espíritu Santo no siempre es sensible y no siempre tenemos una luz clarísima. Tenemos que tantear. Pero lo más importante es practicar las actitudes y formas de vida que nos abren a la presencia del Espíritu; y entender qué puede cerrarnos: nuestra forma de ver las cosas, nuestro amor propio, nuestra confianza. Así se va dando esta apertura progresiva que permite que Dios se vaya manifestando. A veces de forma muy clara, y a veces de forma más oscura. Pero si buscamos de verdad, Él sabrá guiarnos.»
Jacques Philippe, entrevista en Alfa & Omega