Lucía trabaja en una de las mejores agencias inmobiliarias de Madrid, donde le encargan la venta de un palacete en la sierra. Enrique del Real, heredero de una gran fortuna, ha solicitado expresamente que sea ella la que gestione la venta de la propiedad.
Nada más cruzar las puertas del palacete, la magia del lugar la atrapa y la lleva de la mano hacia caminos insospechados. Aunque todavía recuerda su vida y sus amistades, la vida de Lucía ya no le pertenece.
Embriagada y seducida por el misterioso Enrique, cae en sus brazos sin ser consciente de que ella no es más que el vehículo para conseguir sus siniestros propósitos.