En las dramaturgias de este segundo volumen de Evidencias, asoman imposiciones establecidas por el Estado, la familia y de ellas particularmente la iglesia, el matrimonio, las escuelas, todas resguardadas por un sistema patriarcal que tiene dentro de sus fines mantener a las mujeres confinadas al espacio de lo privado y ponerlas al servicio del sistema y de los hombres. Estos fueron nuestros indicadores de lectura, lo que las hizo mirar con ojos críticos aquellas obras en que esta particularidad acontece más claramente. Opresiones no solo en el plano de las relaciones de pareja, sino que además exceden lo íntimo para establecerse como estructuras que han articulado los modos de vida. Las instituciones señaladas, Estado y familia, llevaron a la selección de este segundo tomo, cuestión que se fundamenta en la posibilidad de análisis que de estas obras se desprenden dado su potencial argumentativo y de desarrollo de personajes. Es en este marco en que se seleccionan diez piezas dramáticas que compartimos con ustedes: La familia busquilla de Elvira Santa Cruz (1918), Orgullo infundado de Rosa Idilia Cabrera (1926), Nina de Gloria Moreno (1935), Pan caliente de María Asunción Requena (1967), Tela de cebolla de Gloria Cordero (1972), Retablo de Yumbel de Isidora Aguirre (1986), Tálamo de Inés Stranger (1996), La niña descubierta de Tania Báez (1998), El gran desembarco de las reinas del mambo de Malucha Pinto y Paulina Hunt (2000) y Juana de Arco. El misterio de la luz de Coca Duarte (2000).