Lucy Gray Baird permanecía muy erguida, con un andrajoso vestido de volantes multicolores que en algún momento tuvo que haber sido precioso. Llevaba el pelo, oscuro y rizado, recogido en un moño decorado con flores silvestres mustias. Su colorido conjunto llamaba la atención, como una mariposa deslucida en un campo de polillas. No se dirigió directamente al escenario, sino que se dedicó a pasearse entre las chicas de su derecha.