Publicada hace casi una década (2012), Nadie es eterno de Alejandro José López ha venido a consolidarse entre el público lector y la crítica literaria como una de las más destacadas novelas contemporáneas de Colombia. Sus historias recogen los trágicos hechos de la llamada Masacre de Trujillo, ocurrida a inicios de los años 90. Sin embargo, la calidad narrativa lleva esta novela más allá del caso criminal y le permite contar las profundas transformaciones que el narcotráfico y el sicariato efectuaron sobre el conjunto de la sociedad colombiana. El amplio mosaico de sus personajes (Misiá Hermelinda, la viuda madre de dos muchachos —el joven sicario Pacho Tiro y Juancho, su hermano enfermo—; Armando Valentierra, el patrón; Maritza, una bella prostituta de ascendencia aborigen; Rafico, el pintor gay; el doctor Santiago Álvarez; la joven pareja de Alberto y Claudia; entre otros), así como el apasionante microcosmos en que deviene la ciudad de Tuluá y la notable altura poética de su lenguaje hacen de Nadie es eterno una imperdible radiografía de la Colombia contemporánea.