Como se menciona en la introducción, parece una contradicción que hablemos de hacer una iconografía de Sofía Barat cuando sabemos que ella nunca aceptó que se le tomase una fotografía por más que se hicieron esfuerzos para conseguirla.
Ahora presentamos esos esfuerzos tratando de ubicarlos cronológicamente lo que nos permite ver cómo pasando el tiempo desaparece el intento de la “imagen más parecida a la realidad“ y entramos en una representación más simbólica y, en algunos casos, más adaptada a la edad, como lo vemos en la imágenes para niños.
La imagen verdadera de Sofía es lo que sabemos de ella y podemos encontrarlo en sus catorce mil cartas.