Hijos del monzón

No hay pueblos mejores o peores. Los deseos y anhelos son los mismos en uno u otro sitio, igual que las preocupaciones e inquietudes, también los motivos que determinan la felicidad y la infelicidad, de forma que, cuando te acercas a un país que una vez te parecía distante y extraño, compruebas que sólo te separan de su gente los matices y que son más —y mucho más importantes— las similitudes.

lo que somos no siempre coincide con lo que los demás ven en nosotros.

No es la pobreza lo que hace especialmente injustos algunos lugares, sino el insoportable letargo de ésta, su calma imperturbable, la certeza para quienes la sufren de que nada puede ni va a cambiar, la sensación de que no importa lo mucho o poco que nades, siempre seguirás a la deriva en un océano de infinita desesperanza. No es la pobreza, sino su quietud.

Trabaja duro. Cuando te sientas agotado, sigue trabajando duro. Si crees que ya no puedes más, continúa.

Si la sociedad es más importante que el individuo, ¿qué puede haber de malo en la detención de aquellos que se salen del guión y tratan de ir contracorriente, negándose a remar con el conjunto? ¿No está justificado aplastar al individuo para lograr la armonía de la sociedad?

O quizá decidieron marcharse a otro lugar, ellos, los nómadas de las alcantarillas.

Sí, Chinzorig tiene razón, Mongolia es un país bello, realmente bello.

El nómada se pregunta si su forma de vivir, el modelo de Gengis Kan, sigue siendo válido. Su vida ha estado siempre ligada a la tierra, la yurta y los animales, pero sobre todo a la ausencia de vallas o alambradas, porque el nómada necesita del espacio y la libertad para moverse de aquí a allá en busca de mejores pastos y un Tengri más benigno. He aquí algo que los mongoles tenían en común con los colonizadores soviéticos: ninguno creía en la propiedad privada

Los mongoles están aprendiendo español sin ser conscientes de ello y muchos, creyéndose que Estrellita debe ser paisana mía, me saludan repitiendo su nombre o imitando sus expresiones. Y así, uno puede entrar en un restaurante, saludar con el local Sain bainuu? y obtener como respuesta algo como «¿por qué no me amas?».

Pero no es miércoles.
Si no es día de pastas y té caliente, entonces sólo puede tratarse de alguna de las otras tres visitas que suelen recibir los niños en el subsuelo y, de éstas, ninguna es bienvenida