Si no captas la pequeña vena de la locura de alguien, no puedes amarlo. Si no captas su punto de demencia, has perdido la ocasión. El punto de demencia de alguien es la fuente de su encanto.
Nydiahas quoted6 years ago
Ningún ser podía sobrevivir en nuestra sociedad sin desarrollar cierto número de rituales de los que no siempre tenía conciencia.
Conejo Literariohas quoted7 years ago
Ahora sé que no es sólo un asunto de disponibilidad, sino más bien de clase, qué clase de mujer elige una ser, siempre que haya elección posible.
lidcastlehas quoted3 days ago
vínculo íntimo que se teje entre el personaje y el espectador, ese sentimiento de pérdida o de duelo que experimenta cuando acaba todo. Eso ya no pasa con los libros, tiene lugar fuera de ellos, ahora. Es lo que saben hacer los guionistas.
lidcastlehas quoted3 days ago
historias yacen en el suelo, como fósiles. Son reliquias originarias de un mundo preexistente. Y la labor del escritor reside en utilizar las herramientas de su caja para separarlas con precaución y extraerlas, tan intactas como sea posible
lidcastlehas quoted3 days ago
Si no captas la pequeña vena de la locura de alguien, no puedes amarlo. Si no captas su punto de demencia, has perdido la ocasión. El punto de demencia de alguien es la fuente de su encanto.
lidcastlehas quoted3 days ago
precisamente, según ella, una señal de la edad no ser capaz de diferenciar a una persona de veinte años de una de treinta, mientras que entre ellas podían reconocerse o distinguirse perfectamente.
lidcastlehas quoted3 days ago
¿no había advertido que con el paso del tiempo mi alimentación había evolucionado y conocido distintas fases, distintos periodos, correspondientes a edades e influencias distintas,
lidcastlehas quoted3 days ago
L. sabía dar con las palabras de consuelo y de sosiego. L. era de esas personas hacia las que la gente se vuelve instintivamente en la calle para preguntar una dirección o pedir una información.
lidcastlehas quoted5 days ago
En realidad, tergiversaba, me dispersaba, aplazaba día tras día y semana tras semana el momento en que me vería obligada a reconocer que algo se había roto, perdido, había dejado de funcionar.