Noche que te vas, dame la mano es un verso de Alejandra Pizarnik y el estribillo de una canción del grupo de rock Los Suaves. También es la última petición de un hombre comido por la culpa que acaba de arruinar dos vidas felices.
En una ciudad que prepara una exposición universal, los edificios históricos son un pastel codiciado por los grandes poderes económicos. Una adolescente financia un convento de clausura mediante espectáculos porno, un director de sucursal bancaria es acusado de abusar de su hija, la mujer de un pequeño constructor local padece un cáncer terminal, un policía se enamora de la chica a la que acosaban en el colegio. Noche que te vas, dame la mano podría leerse como una novela negra si no fuera por la exploración que hace de paisajes interiores, tan devastados e inestables, que hasta el propio crimen les resulta irrelevante.
La música y la poesía son los hilos conductores de esta novela, tan dura como lírica, que explora algunos de los conflictos inherentes al ser humano: el deseo sexual reprimido, las relaciones de poder en la pareja, la familia y el colegio, el pasado como conformación del presente o la culpa y sus mecanismos motores.