—La del águila y el halcón. —Julia le miró con ojos embelesados—. Oh, vamos, ¿en serio quieres que te la cuente ahora? Nena, por favor, no me gusta contar historias… —Ella pestañeó dos veces con coquetería y Austin resignado tomó aire antes de empezar su relato—. Dice la leyenda que una vez se acercaron a la tienda del viejo chamán de la tribu un joven y valiente guerrero llamado Toro Bravo y Nube Alta, la hermosa hija del jefe de la tribu, cogidos de la mano. Los dos jóvenes dijeron al chamán que se amaban, que estaban muy enamorados y se iban a casar, pero tenían miedo. Querían que el viejo chamán vertiese un conjuro sobre ambos para que su amor jamás acabase. El chamán, un hombre muy sabio, dijo a ambos que esa era una labor muy complicada, pero ellos estaban dispuestos a todo, así que pidió a Nube Alta que escalase el monte al norte de la aldea, sin más ayuda que sus manos, y atrapase allí al halcón más hermoso de todos, llevándolo con vida, intacto, al poblado. A Toro Bravo le pidió que escalase la Montaña del Trueno y cuando llegase a la cima, atrapase la más bravía de las águilas solo con sus manos y la llevase sin heridas ante él el mismo día en que Nube Alta trajese su halcón. —Julia le oía extasiada, acababa de descubrir una nueva faceta del hombre al que amaba, la de un excelente contador de leyendas—. Ambos jóvenes marcharon y regresaron el día indicado frente a la tienda del chamán. El anciano les pidió que sacaran las aves de la bolsa. «¿Volaban alto?» les preguntó. «Sí, sin duda». Respondieron. «¿Y ahora qué hacemos?, ¿los matamos y bebemos su sangre?, ¿los cocinamos y comemos su carne?». «No, atadlas entre sí por las patas con estas tiras de cuero, soltadlas y que vuelen libres». Los jóvenes hicieron lo que les había pedido, pero cuando liberaron las aves, estas solo consiguieron revolcarse en el suelo. Unos instantes después, irritadas por la incapacidad, arremetieron a picotazos entre sí hasta herirse. Entonces el viejo chamán con voz dulce dijo a los jóvenes: «Nunca olvidéis lo que habéis visto. Vosotros sois como el Águila y el Halcón, si os atáis el uno al otro, aunque lo hagáis por amor, no solo viviréis arrastrándoos, sino que además, tarde o temprano, empezaréis a lastimaros el uno al otro. Si queréis que el amor perdure, volad juntos, pero jamás atados por miedo a perderos. Si el amor es verdadero se torna eterno e infinito sin promesa, porque ya el amor en sí es una promesa de vida». Fin de la historia.
—Es una leyenda preciosa.