Bésame ya, imbécil

—Resolvamos esto como adultos funcionales —propuso Sergio.

—Tch, me parece.

Los ojos ámbar brillaron por encima del filo de los lentes.

—¡Piedra, papel o tijera!

—Resolvamos esto como adultos funcionales —propuso Sergio.

—Tch, me parece.

Los ojos ámbar brillaron por encima del filo de los lentes.

—¡Piedra, papel o tijera!

San Antonio de cabeza

San Antonio de cabeza

—¡Tenías que pedirle que te cogiera, no que te tomara la mano!

—¡Tenías que pedirle que te cogiera, no que te tomara la mano!

—¡Que me toques, Castillo! Te lo pongo por escrito... ¿O qué?

Tengo tantas ganas de cogerte. Podríamos recrear todos tus relatos, solo necesito un sí, florecita.

—¿Te he dicho que tienes unos preciosos ojos verdes? Cada vez que los miro me dan ganas de cogerte.

Sergio experimentó la epifanía, una atracción irresistible que tiraba de él desde el vientre, como si Yareth tuviera su propia fuerza de gravedad.