Nido de pájaros

Tengo miedo de quedarme ciego por querer contar todas las estrellas que constituyen la figura del que deseo que sea mi amante.

Quiero evadirme. Necesito alejarme. Exijo desaparecer.

Vienen las lágrimas provocadas por la vergüenza de haber caído tan bajo. Je suis malade. Viene la impotencia por ser incapaz de cambiar. Je suis malade. El odio a uno mismo por sentirse así, por saberse así, por odiarse así. Malade. Diferente. Raro. Marica. Ajeno. Malo. No eres lo que esperan de ti. No eres lo que quieren que seas. No mereces que te quieran. No mereces que te besen. Te has alejado del buen camino, del camino recto. Estás cruzando el campo en mitad de la noche y no sabes leer las estrellas. Te vas a perder en el bosque y vas a morir de frío. Solo.

Nos empeñamos en ser iguales, en no salirnos de las vías, en no defraudar, pero resulta que hay mucho que ver si nos atrevemos a abrir un nuevo camino.

Me descubro a mí mismo contento de volver a casa, feliz de estar entre mis hermanos, por muy diferentes que seamos. Me digo que no es tan terrible el pueblo, que no pasa nada por volver, que es incluso necesario. Pero a la vez me siento débil, indefenso, aislado. Necesito salir, que me dé el aire, tomar cañas.

El qué dirán. ¿Quién nos meterá esa semillita en el cerebro que hace que nos importe tanto la opinión de los demás?

En las relaciones familiares hay pequeños precipicios que nos separan a unos de otros. A veces hay que construir un puente para unir dos partes que están separadas por un barranco. Uno empieza a construir puentes, pero a veces se cansa y decide que tampoco pasa nada por no ir a todas partes.

Eres una egoísta que se fue sin decir adiós y sin dar explicación alguna. Eres una espectadora ingrata que ha abandonado el teatro antes de que acabe la función, para evitar aplaudir a los actores. Por muy mala que sea la obra, eso no se hace. Uno no se quita la vida cuando tiene un hijo de siete años.

El odio a uno mismo por sentirse así, por saberse así, por odiarse así. Malade. Diferente. Raro. Marica. Ajeno. Malo. No eres lo que esperan de ti. No eres lo que quieren que seas. No mereces que te quieran. No mereces que te besen. Te has alejado del buen camino, del camino recto. Estás cruzando el campo en mitad de la noche y no sabes leer las estrellas. Te vas a perder en el bosque y vas a morir de frío. Solo.

Pero déjame que te diga una cosa: has hecho bien. ¿De qué te sirve seguir el mismo camino que los demás? ¿Dónde quieres llegar? ¿No habrá otro? ¿Uno más corto, tal vez? ¿Más bonito? ¿No habrá otro? Ve por donde te dé la gana. Cuando cruces el bosque, junto al río, verás que no eres el único que ha pasado por allí. Tal vez incluso conozcas a alguien. En ese otro camino hay flores y animales salvajes. Desde allí se oye el río y brilla el sol. Ve por donde tú quieras. Avisa a tu familia de que llegarás tarde. O despídete de ellos, si no están dispuestos a esperarte. Báñate desnudo en el río. La vida es para ti. Disfrútala. Bésate. Tócate. Siéntete. Quiérete.

De mis amigos chicos me fui alejando, de manera inconsciente, porque no me lo pasaba lo suficientemente bien con ellos, porque empezábamos a no tener cosas en común —más bien, fui dejando de fingir que teníamos cosas en común—