Kathryn era apenas una niña cuando se escabulló en el interior de la mansión de los Carrington, buscando la famosa capilla. Una vez allí, a punto estuvo de ser descubierta cuando una mujer y un hombre cruzaron el portal. Escondida, pudo oír a la mujer que silbaba, y al hombre que respondía: «Es la misma canción de siempre». Era cierto, pensó Kathryn, la misma canción de siempre, como la que cantaba su difunta madre…