Para Laura la gente que lograba beber con normalidad era muy afortunada. Ella no podía, el alcohol lo ocupaba todo y se sentía avergonzada y humillada. Entonces no alcanzaba a imaginar que ser adicta iba a convertirse en su mayor fortuna.
Fortuna por ser capaz de volver a experimentar sentimientos propios, de llevar una vida honesta, de poder estar con su hija, de encontrar un sentido a la vida más allá del alcohol.
A lo largo de este libro, mediante capítulos escritos de forma muy directa y repletos de anécdotas personales, McKowen aborda temas como el modo de afrontar los hechos en la vida de un adicto, la cuestión de Alcohólicos Anónimos y lo que ocurre cuando son otras personas quienes beben.
Sin endulzar el esfuerzo constante por mantenerse sobria, enfatiza de manera implacable la enorme dicha de llevar una vida honesta, sin secretos y con dignidad.