Mi tejo anhela ese mismo abrazo, ese mismo afecto tangible, dado que se siente respetada, pero no querida. ¡Blasfemia!, puede exclamar alguien. El tejo, el Árbol Sagrado, el Árbol del Conocimiento, ¿enredado en deseos mundanales? Pero ¿quién es más hija de la tierra que la propia tejo?