Por más que la gente diga que la vida tiene cosas buenas y cosas amargas, la verdad es que todo el mundo piensa que la parte feliz es mayor que la infeliz. Por eso pueden apostar. Por más que tengamos que morir algún día, la vida tiene sentido, incluso el dolor tiene un significado, la vida posee una alegría única. Y no dudan ni un solo instante de que sus hijos lo creerán igual que ellas lo creen. No piensan que pueden perder la apuesta. Están convencidas desde el fondo de su corazón de que ellas, solo ellas, no tienen nada que temer. Creen solo lo que quieren creer. Y lo más terrible es que, en esta apuesta, ellas no apuestan nada propio.